Por su serialidad, las tres obras “Sin título” (2024), de María Ferrari Hardoy, bien podrían ser parte de un sistema de escritura ideogramática codificada de los cuerpos, similar a los glifos en estuco de la ciudad de Palenque —y cercanías—, que cuentan con elementos figurativos y abstractos. Tal vez, incluso, podrían ser primas del kanji japonés de KOMA-ru (“estar en problema”), compuesto por un árbol dentro de una caja. 困 . ¡Qué problema!

Los cuerpos contorsionados siguen la lógica de los juegos infantiles al mejor estilo rasti o lego, sin perder la certeza de “qué” es cada parte. La cabeza, como epicentro de la identidad, es lo único que desvía la representación naturalista general. Es tan solo una esfera que cuelga de un fino y cansado cuello, casi mustio… ¿una especie de bola de presidiarix y su cadena? La identidad como cárcel.
La centralidad del punto de vista genera una tensión importante entre los volúmenes retratados y lo plano del soporte pintado. La imagen se siente poco profunda, generando que los cuerpos se encuentren presionados frente a nuestra mirada. Aplastadxs por la mirada externa.
En esta tríada de MFH, las representaciones desarman y reorganizan cuerpos encajándolos en las estructuras rígidas que los sujetan, impidiéndonos conocer su forma aislada. Se expanden, contraen y deforman para ajustarse a sus contenedores. El contexto.

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¡Qué problema!

La identidad como cárcel,

Aplastadxs por la mirada externa.

[Por] El contexto.

Laura Ojeda Bär